Lados

Magazine dedicado a la difusión de todo tipo de contenidos culturales; música, moda, arte y cine entendiendo cada una de estas disciplinas como una representación de las diferentes vías de expresión de la capacidad interior de múltiples personalidades

Carmen Villain

Modelo, rubia angelical, voz grave... Podríamos estar hablando de Nico, la cantante de Velvet Underground. No es ella, pero ambas comparten un sonido profundo, ritmos intencionadamente desafinados, una voz narcótica y rasgos escandinavos. Hablamos de Carmen Villain, mitad noruega, mitad mexicana, la chica inquieta que se bajó de las insulsas portadas de Vogue para sincerarse ante el mundo con su primer proyecto musical, “Sleeper” (Smalltown Supersound, 2013).

Su nombre real, Carmen Maria Hillestad, da pie a cientos de fotografías que aparecen en cuestión de segundos gracias al gran oráculo del ciberespacio: primeras planas, pasarelas, publicidad, rostros, cabellos dorados, piernas al aire. Cambiándolo por Villain, su apellido recién adoptado, la cosa se atenúa. A priori, muchos tendrán prejuicios. Otra exitosa maniquí con ganas de probar suerte en el lado cool y alternativo de la escena musical. Lo cierto es que no hace falta más que cruzar cuatro palabras con ella para que uno se percate de que Carmen rompe todos los tópicos, asume los recelos hacia su nueva vena artística e incluso los entiende y está de acuerdo en que deben existir. Su vida, a caballo entre Nueva York y Londres, ha impregnado los surcos de un sonido crudo y “No Wave” que recuerda inevitablemente a los neoyorkinos Sonic Youth.

 

Pese a la aparente dificultad de crear este híbrido de rock descarnado y postpunk neo-gótico, Villain asegura que el proceso de grabación fue muy fluido: “El proyecto fue creciendo de un modo natural. Cuando empecé no tenía especial ilusión la verdad, pero después me di cuenta de que estaba saliendo algo interesante. Así que decidí aparcar todo lo que hacía y centrarme completamente en la música”. Con un castellano casi perfecto, nos cuenta que lo que aparcó fue un universo que, para ella, era extremadamente vacío y superficial, en el que no se sentía útil. Se encerró en su casa, con la intención de hilar doce canciones introspectivas hasta la médula, cargadas de crítica y cierta ironía. “Me pasaron varias cosas en la vida durante ese tiempo, y por eso tardé como un año y medio en rematar el disco pero, al final, salió adelante”.

 

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“Sleeper” (Smalltown Supersound, 2013) contiene versos crípticos como “Iré al infierno / Abre esa jaula de culpabilidad / Sólo quiero pensar con libertad”, en “Lifeissin” (La vida es pecado). “Supongo que soy una persona reflexiva, y la música que hago va acorde con mi personalidad. Lo que rezuman mis canciones y mis letras son meditaciones personales, o así debería ser, aunque prefiero no pensar mucho las cosas y dejar que broten solas”. Además, entre su pop oscuro y atmosférico, encontramos claras referencias a un mundo de la alta costura que se muestra decepcionante: “Es muy fácil sonreír, pero nada mata la soledad”, canta en “Two Towns”. O en el tema “Dreamo”, donde nos habla de una tal Laura, “que está contando su dinero" o Laila, “que vendió su alma por la moda”. “El álbum trata sobre mi vida personal, y ser modelo es un episodio más de ella. Yo tuve mucha suerte, no me puedo quejar, trabajé, gané dinero, y conocí gente muy interesante que hace cosas impresionantes. Pero lo que hacía yo no era suficiente para mí porque no aportaba nada valioso. Cuando llevas bastante tiempo dedicándote a la moda, te das cuenta de que en todo ese periodo no has utilizado el cerebro. No digo que no se trabaje duro, pero... no, definitivamente ese mundo ya no me interesa, aunque lo respeto y hay gente a quien admiro. Pero no tengo pensado regresar, al menos como lo he hecho hasta ahora”.

 

 

El álbum, que transmite niebla y sensación de vacuidad, despierta nuestra curiosidad sobre el origen de tanta lobreguez… “Cuando era más joven, escuchaba mucho hip hop, también Nirvana, de todo un poco. Además, desde que era muy pequeña recuerdo que mis padres no paraban de escuchar a los Carpenters, y también me enamoré de su pop perfecto. ¿A quién no le gustan?”. Se supone que un buen músico, independientemente del género que decida crear, ha de tener la sensibilidad suficiente para valorar y admirar la belleza que hacen los demás. Pero que este proyecto sombrío tenga sus raíces en los hermanos ebanistas del pop es, cuanto menos, chocante.      Aunque luego Carmen creció, y entró en ese periodo común en muchos de nosotros durante la adolescencia, de crisis individual, de conflicto, de tensión. De transición entre niñez y juventud. “Empecé poco a poco a ahondar en música más experimental y creo que ahora soy una combinación de todas mis influencias. Me resulta raro que me comparen tanto con Sonic Youth porque, aunque me encanta lo que hacen y su rollo, lo cierto es que nunca los había escuchado mucho. Pero desde luego el sonido rudo de las guitarras se asemeja, y son buenísimos instrumentalmente. Un grupo que sí ha sido crucial en mi vida es This Heat, de los años 70-80. Su producción es impresionante, demencial, con mucho noise. Creo que Swans encontró gran inspiración en esta banda, y yo también”.

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“Sleeper” es como una tosta de queso de cabra con cebolla caramelizada, difícil de digerir pero sofisticado y delicioso. Eso sí, exento de grasas saturadas y rico en encanto. Carmen nos indica el mejor camino para abrazar su trabajo... Una pista: olvídate de los desangelados altavoces del ordenador.Hicimos el álbum para que sea escuchado entero de una vez, porque cada canción está entrelazada con la siguiente. Lo mejor sería hacerlo o muy alto o, sobre todo, con cascos, porque así descubres todos los matices escondidos, que son muchos. Cada vez que lo escuchas de nuevo, empiezas a distinguir nuevos sonidos, armonías... A mí me encanta escuchar música, por ejemplo, muy alto en el coche”.  Una infinitud de matices que reflejan la personalidad desbordante de Carmen, quien no quiso ser uno de esos bellos y anónimos rostros que abanderan las marcas de moda. A nosotros nos ha venido de lujo que se lanzara a canalizar sus frustraciones en este grito libre, desafiante y ácido. Drone-rock, post-punk, experimental, shoegaze, ¿cómo clasificarlo? No me gusta el tema de las etiquetas, no sabría cómo definir mi música... ¡hay tantas! En Japón ha salido una que se llama Cheesewave... ¿qué demonios es eso? Es muy difícil, lo que hago es demasiado variado. Hay rock, hay electrónica, post-punk, ambient, noise...”

 

 

 

Ella misma nos cuenta que sus canciones siempre buscan escapar de algo. Las escribió en los últimos años, la mayoría durante largos viajes en avión en los que tenía que lidiar con el aburrimiento, y también con sensaciones de ansiedad, culpabilidad, ganas de retomar su verdadero yo. Entiendo perfectamente los prejuicios hacia mí, yo misma tengo muchísimos, y soy la primera que diría de mí misma: ¡agggh!  Los tengo todo el tiempo y con todo, soy así de terrible (risas). Y antes de lanzar el disco pensé en los recelos de la gente, pero llegué a la conclusión de que lo mejor era ir con mi verdad por delante, con lo que soy y he sido. El trabajo que hacía antes era un trabajo, pero no estaba siendo yo, ahora sí”. No es difícil percibir qué opina Carmen sobre la industria musical más mainstream, sobre esos videoclips hollywoodienses que no existen sin chicas desnudas, contoneos, sexo y miradas provocativas. “Mucha gente me pregunta si he visto las cosas difíciles, o si he tenido que demostrar más, por el hecho de ser mujer y modelo. Lo cierto es que no, pero la pregunta no me sorprende. Las chicas siempre tienen que aparecer desnudas para vender su producto, eso es asqueroso, ridículo, antisexy y un acto desesperado. Se exige que todas las mujeres respondan así. Afortunadamente, yo grabé mi disco con amigos en Noruega, donde somos bastante adelantados respecto a la igualdad de género y todo eso. Lo único que debería importar es que la música sea buena”. Sin escotes, lencería ni hueco para lo superficial, no hay más que ver el video de “Easy” para darse cuenta de que Villain no encuentra la inspiración en lo placentero, sino en el lado lóbrego, oculto y abrumador de la vida.Mi música es oscura y lo sé, pero también trato de incluir siempre algo de luz para crear una buena combinación, y espero que eso sea lo que se refleje. Aún así, cada reacción de quien me escuché será diferente y personal”.

 

“¿Qué es el amor, sino una emoción de segunda mano?” canta Villain en la inquietante “Dreamo”, citando a su idolatrada Tina Turner. De emociones está colmado el álbum, y todas sin distinción plasmadas con la frialdad de esta belleza enigmática que escribe textos escabrosos influidos por Bukowski, y compone sonidos duros como un diamante. Una cantautora de impetuosa personalidad, una de las revelaciones del año.

 

 

 

 

 

 

Fotografía Simon Skreddernes
18-03-2014
Música, Entrevistas